AMAR ES SERVIR

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CNN NARANJILLO

TESTIMONIOS VOCACIONALES

martes, 8 de mayo de 2012



LA VOCACION


¿Qué es la vocación?
El termino vocación ha tomado diversos significados en la cultura contemporánea, poniendo siempre en el centro, con diversas modalidades, a la persona. Pro vocación se entiende en primer lugar el “proyecto de vida” que elabora cada uno sobre la base de sus múltiples experiencias y en la confrontación con un sistema coherente de valores que dan sentido y dirección a la vida del individuo.
En el terreno religioso, vocación indica la llamada por parte de Dios, como iniciativa suya amorosa, y la respuesta de la persona en un dialogo amoroso de participación corresponsable. El problema de la vocación se presenta por tanto, como una realidad compleja. Para poder ser entendido completamente, debe considerarse por tanto desde un doble punto de vista: por parte de Dios y por parte del hombre. Vista desde la perspectiva de Dios, la vocación se presenta como la iniciativa de Dios que se da y que al darse llama. Por parte del hombre, la vocación es una invitación, una interpelación a la que hay que dar una respuesta.
Niveles y Dimensiones de la Vocación
¿Sabías que la vocación se da a nivel personal y comunitario en varios niveles?
El hombre ha sido llamado a la existencia para trascender como persona en un dialogo propio de aceptación y de cooperación con todos los llamados a la existencia (vocación humana); así mismo, es convocado en un proyecto de crecimiento en el amor mediante el llamado a la fe en Cristo Jesús (vocación cristiana), y se expresa de forma concreta y específica por la participación en la misión y vida de la Iglesia, para construcción del Reino de Dios (vocación específica).
  • Primer Nivel: Vocación Humana
Cada hombre es un ser único e irrepetible, llamado por Dios a la existencia en un proceso de maduración que se descubre como persona, lleno de posibilidades y potencialidades, con limitaciones y necesidades. Este proceso se realiza en relación consigo mismo, con Dios, con los demás y el mundo que le rodea.
  • Segundo Nivel: Vocación Cristiana
El hombre llamado a la vida, descubre además un llamado a la fe, que es adentrarse a la aventura de un Dios que se le revela en su caminar. Por este segundo llamado descubre que Dios es Padre y que le llama por Jesucristo para ser su hijo en una vida de santidad.
  • Tercer Nivel: Vocación Cristiana Específica
El llamado a la fe implica una adhesión consciente a Cristo, ya que el encuentro con él transforma a la persona, de manera que el ser cristiano no puede darse de forma abstracta o etérea, sino que pide situarse en una forma de ser cristiano concreto: como laico, como consagrado, como misionero o como ministro ordenado. Así, el proceso de madurez humana y cristiana, se desenvuelve en un compromiso gradual dentro de la Iglesia para el mundo.
Te invitamos a que visites nuestras páginas donde se describen las diferentes vocaciones específicas.

Benedicto XVI habla acerca de la música


BENEDICTO XVI: EL ARTE NOS AYUDA A CRECER EN LA RELACIÓN CON DIOS


Hoy en la Audiencia General

CASTEL GANDOLFO, miércoles 31 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- A continuación ofrecemos la catequesis que el Santo Padre Benedicto XVI ha dirigido a los fieles reunidos en la Audiencia General de los miércoles en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo. La catequesis de hoy, que pertenece al ciclo de la oración, se ha centrado en la relación entre el arte y la oración.
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Queridos hermanos y hermanas,

en este periodo he recordado muchas veces la necesidad de todo cristiano de encontrar tiempo para Dios, a través de la oración, en medio de las muchas ocupaciones de nuestra jornada. El Señor mismo nos ofrece muchas ocasiones para que nos acordemos de Él. Hoy quisiera detenerme brevemente en uno de estos medios que nos pueden conducir a Dios y ser, también, una ayuda para encontrarnos con Él: es la vía de las expresiones artísticas, parte de esta “via pulchritudinis” -“vía de la belleza”- de la que he hablado tantas veces y que el hombre debería recuperar en su significado más profundo. Quizás os ha sucedido que ante una escultura, un cuadro, o algunos versos de poesía o una pieza musical, sentís una íntima emoción, una sensación de alegría, percibís claramente que frente a vosotros no hay solamente materia, un trozo de mármol o de bronce, un lienzo pintado, un conjunto de letras o un cúmulo de sonidos, sino algo más grande, algo que nos “habla”, capaz de tocar el corazón, de comunicar un mensaje, de elevar el ánimo. Una obra de arte es fruto de la capacidad creativa del ser humano, que se interroga ante la realidad visible, que intenta descubrir el sentido profundo y comunicarlo a través del lenguaje de las formas, de los colores, de los sonidos. El arte es capaz de expresar y hacer visible la necesidad del hombre de ir más allá de lo que se ve, manifiesta la sed y la búsqueda de lo infinito. Incluso es como una puerta abierta hacia el infinito, hacia una belleza y una verdad que van más allá de lo cotidiano. Y una obra de arte puede abrir los ojos de la mente y del corazón, empujándonos hacia lo alto.
Hay expresiones artísticas que son verdaderos caminos hacia Dios, la Belleza suprema, que incluso son una ayuda para crecer en la relación con Él, en la oración. Se trata de las obras que nacen de la fe y que la expresan. Un ejemplo lo tenemos cuando visitamos una catedral gótica: nos sentimos cautivados por las líneas verticales que se elevan hasta el cielo y que atraen nuestra mirada y nuestro espíritu, mientras que, a la vez, nos sentimos pequeños o también deseosos de plenitud... O cuando entramos en una iglesia románica: nos sentimos invitados de un modo espontáneo al recogimiento y a la oración. Percibimos que en estos espléndidos edificios se recoge la fe de generaciones. O bien, cuando escuchamos una pieza de música sacra que hace vibrar las cuerdas de nuestro corazón, nuestro ánimo se dilata y se siente impelido a dirigirse a Dios. Me viene a la memoria un concierto de música de Johann Sebastian Bach, en Munich, dirigido por Leonard Bernstein. Al final de la última pieza, una de las Cantatas, sentí, no razonando, sino en lo profundo del corazón, que lo que había escuchado me había transmitido verdad, verdad del sumo compositor que me empujaba a dar gracias a Dios. A mi lado estaba el obispo luterano de Munich y espontáneamente le dije: “Oyendo esto se entiende: es verdadera, es verdadera la fe tan fuerte y la belleza que expresa irresistiblemente la presencia de la verdad de Dios”. Cuántas veces cuadros o frescos, frutos de la fe del artista, con sus formas, con sus colores, con sus luces, nos empujan a dirigir el pensamiento hacia Dios y hacen crecer en nosotros el deseo de acudir a la fuente de toda belleza. Resulta profundamente cierto lo que escribió un gran artista, Marc Chagall, que los pintores han sumergido, durante siglos, sus pinceles en el alfabeto de colores que es la Biblia. ¡Cuántas veces las expresiones artísticas pueden ser ocasiones para acordarnos de Dios, para ayudar a nuestra oración o para convertir nuestro corazón! Paul Claudel, famoso poeta, dramaturgo y diplomático francés, al escuchar el canto del Magnificat durante la Misa de Navidad en la basílica de Notre Dame, París, en 1886, advirtió la presencia de Dios. No había entrado en la iglesia por motivos de fe, sino para encontrar argumentos contra los cristianos. Sin embargo la gracia de Dios actuó en su corazón.
Queridos amigos, os invito a redescubrir la importancia de este camino también para la oración, para nuestra relación viva con Dios. Las ciudades y los países de todo el mundo contienen tesoros de arte que expresan la fe y nos recuerdan la relación con Dios. Que la visita a lugares de arte no sea sólo ocasión de enriquecimiento cultural, sino que se pueda convertir en un momento de gracia, de estímulo para reforzar nuestro vínculo y nuestro diálogo con el Señor, para detenerse a contemplar -en la transición de la simple realidad exterior a la realidad más profunda que expresa- el rayo de belleza que nos golpea, que casi nos “hiere” y que nos invita a elevarnos hacia Dios. Termino con una oración de un Salmo, el Salmo 27: “Una sola cosa he pedido al Señor,y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor todos los días de mi vida, para gozar de la dulzura del Señor y contemplar su Templo” (v.4).Esperemos que el Señor nos ayude a contemplar su belleza, ya sea en la naturaleza o en las obras de arte, para ser tocados por la luz de su rostro y así poder ser nosotros luz para nuestro prójimo. Gracias.
[En español dijo:]
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los universitarios de la Arquidiócesis de Rosario, a los grupos venidos de Santiago de Chile, así como a los demás fieles provenientes de España, Guatemala, Argentina y otros países latinoamericanos. Invito a todos a llegar a Dios, Belleza suma, a través de la contemplación de las obras de arte. Que éstas no sólo sirvan para incrementar la cultura, sino también para promover el diálogo con el Creador de todo bien. Que el Señor os acompañe siempre.

Significado del título del disco
Son palabras justas para el crucifijo, me explican por qué vivo, por qué debo siempre dar, por qué debo resistir al cansancio sin desanimarse, sentirme irritado sin dejarlo traslucir y seguir ansiando mi encuentro con Dios.
Todos luchamos con cuanto somos y poseemos, para dar a Dios todo lo que espera de nosotros. Esta es la esencia de la santidad, condensada en tres palabras, para que no nos deje perder la cabeza, la lengua el tiempo... palabras que representan el fresco chaparrón que apagará el fuego de mi carácter.
Tres palabras nada más, pero tan valiosas como un inmenso tratado.
Este fragmento tomado del libro "La Familia que alcanzó a Cristo" nos enseña la importancia de amar sin medida como dio el gran San Agustín. Ese amor nos debe llevar a un servicio desinteresado especialmente a los que se nos hace difícil servir.

LETRAS DE CANCIONES

EL GRAN MILAGRO para que vivas mejor la MISA